Hay dos preguntas que, de forma recurrente, me hacen padres con cierta desesperación: “hemos llegado a los terribles dos años, ¿qué hago?”, “tiene 12 años y está empezando a cambiar, ¿qué hago?”.
Bien, estamos hablando de dos etapas muy importantes en la vida de nuestros hijos, en las que se produce un gran cambio. En este post me voy a centrar en los dos años y más adelante, nos adentraremos en la temida adolescencia.
Lo primero que tengo que decirte es que sí, tu bebé está cambiando. Ahora no es tan dependiente y está descubriendo que puede y quiere hacer cosas por sí mismo. Momentos como el baño, la hora de la comida o la elección de la ropa pueden convertirse en una batalla. ¿Y si te digo que su palabra preferida ha empezado a ser “NO”, ¿te sientes identificada/o?. Seguro que sí, al menos así lo viví yo, cuando mi pequeña cariñosa, dulce y simpática, empezó a intentar imponer su criterio y estaba en desacuerdo en todo lo que le decía.
Y, ¿qué obtenemos como resultado?, las temidas rabietas, gritos, llantos, etc… Seguro que en algún momento vuestro hijo/a se ha tirado al suelo en medio de una tienda y se ha puesto a gritar, llorar o patalear. O habéis ido con sirena incorporada en el carro del supermercado mientras hacíais la compra.
ME SIENTO PERDIDO/A, ¿QUÉ ESTOY HACIENDO MAL?
Si estás leyendo este post es porque te preocupa tu hijo/a, que crezca feliz y que la relación y el vínculo que hasta ahora teníais, no se pierda (esta última fue una de mis mayores preocupaciones).
Esto me lleva a decirte, que no estás haciendo absolutamente nada mal. De hecho, lo estás haciendo muy bien. En vez de culparte, desesperarte y rendirte, estás buscando alternativas y herramientas. Pues bien, manos a la obra.
¿QUÉ PUEDO HACER?
¿Tienes creadas unas rutinas de alimentación, baño y sueño?. Seguramente sí. Si no es el caso, déjame decirte que es una de los aspectos más importantes a tener en cuenta, desde mi punto de vista. Y no sólo porque te facilita el trabajo, si no porque a los peques les da mucha seguridad saber qué va a venir en cada momento. Tener cierta estructura ayuda a que estén más relajados y evitaremos alguna que otra rabieta. Además, estamos en una etapa perfecta para iniciar en ellos el aprendizaje de algunos hábitos (por ejemplo, el del orden), así que no podemos desaprovechar la oportunidad.
Anticípate. Conoces a tu hijo/a y ya vas aprendiendo cuando se acerca una temida rabieta. Bien, la edad es un grado, así que aprovéchalo para intentar evitarla antes de que se produzca. Por suerte, están en una edad en la que es muy fácil despistarles con cualquier cosa. Yo soy muy partidaria de hacer uso del sentido del humor. Cualquier cosa que les haga reír, es nuestro aliado (yo, por ejemplo, de repente salía corriendo y le decía “¿a que no me pillas?. La sorpresa y la incitación al juego me ayudaban. Pero no hay que abusar siempre de lo mismo porque nos pillan el truco rápido) y puede despistarle y sacarle del “inicio” de bucle de una rabieta. ¡¡¡Se creativo!!!.
No hace falta decirte que le des cariño y amor, porque ya lo estarás haciendo, pero no puedo saltarme este punto. Es muy importante que desde muy pequeños sientan que su familia es un entorno seguro, donde encontrarán amor, apoyo y alivio. Serán las primeras semillas que plantarás para una relación de confianza, amor y comunicación.
Premiar la buena conducta. Cada vez que se porte bien le compras una chuche, un juguete, pegatinas… ¿Qué opinas?, pues obviamente, esta no es la mejor de las ideas. Premiar significa, enseñarle que estamos orgullosos de su comportamiento cuando es adecuado, que valoramos su esfuerzo y sus cualidades y le damos seguridad en sí mismo. También es una buena herramienta para que vaya desarrollando una buena autoestima y confianza en sí mismo.
Establecer normas y límites. Aquí entramos en uno de los terrenos mas complicados como padres. A los dos años aún les vemos como bebés, muy pequeños para entender, pensamos que ya tendrán tiempo para tener normas. Lo entiendo, me pasó igual. Pero la realidad, es que viven en sociedad y lo que no les enseñemos nosotros, créeme que lo aprenderán en la calle y con menos amor del que nosotros les daremos. La realidad es que no son tan pequeños y entienden perfectamente las normas e incluso las agradecen. En este caso, deben ser pocas, fáciles, entendibles y claras. Un ejemplo, es recoger la habitación todos los días antes de cenar. Podemos ayudarles y convertirlo en una rutina más, que sea divertida.
Dedícale tiempo, sobre todo de calidad. En el futuro no recordarán cuántas horas estuvimos con ellos si no qué cosas hicimos con ellos: lo que les enseñamos, las risas, las actividades compartidas. No te sientas culpable por tener poco tiempo, aprovecha bien el que sí tienes. Nuevamente, afianzamos el vínculo y vamos creando una relación cercana y de confianza, que será la base de la relación futura.
¿Toda acción tiene consecuencias, verdad?. Si mañana tu jefe te manda hacer un informe y no lo haces, dudo mucho que te diga que no pasa nada, que te tomes un descanso y que ya lo hará él. ¿Y porqué no hacer lo mismo con tu hijo/a?, es necesario que aprenda que su comportamiento tiene consecuencias. De esta forma, irá aprendiendo a ser responsable de sus actos y le estaremos dando la responsabilidad de decidir por sí mismos.
Estamos en una etapa muy buena para enseñarles poco a poco a tolerar la frustración. No la desaproveches, pues le será muy útil mas adelante y, sobre todo, en la vida adulta, cuando tenga un hijo y entre en los terribles dos años jajaja.
ESTOY AGOTADO/A, NADA DE LO QUE HAGO FUNCIONA
Estás en una etapa complicada, lo sé. Se junta el trabajo, las preocupaciones y, de repente, tienes que lidiar con gritos y rabietas. Preguntas a tus amigas, a familiares, sigues todos los consejos que lees, pero esto parece que no cambia. Pues sí, la situación en algún momento va a pasar, tu hijo/a no va a estar así toda la vida, créeme. Pero tienes que ser constante y tener paciencia, porque no depende de ti, es una etapa por la que tiene que pasar y que es sano que pase por ella.
¿Y LA PARTE DIVERTIDA?
Si hay algo que tiene de bueno esta etapa es todas las veces que nos hacen reír con sus ocurrencias. Cada vez que intentan algo nuevo, bailan totalmente concentrados o intentan reproducir comportamientos que ven en los adultos, son oportunidades para conocerles mejor y, sobre todo, para echarnos unas risas.
Es maravilloso verles asombrarse por todo lo que tienen a su alrededor y las cosas nuevas que experimentan.
Es divertidísimo cada vez que se les ocurre una “idea feliz” que termina en una travesura (en la que normalmente nos toca limpiar, jajaja).
¿Y qué me dices del momento en que empiezan a demostrar cariño?, te dan de repente un abrazo, un beso cuando se lo pides… es, simplemente, maravilloso.
En conclusión, estamos ante una etapa de la evolución de nuestros hijos que requiere de trabajo y paciencia, pero que, a su vez, es maravillosa.
Espero que te haya resultado útil y si tienes cualquier pregunta o aportación estaré deseando escucharte.
Maravilloso post. Súper completo, claro y útil. Este blog va a ser una gran fuente de inspiración para mí. Sigue así.
¡¡Muchas gracias, David!!